Habitación fúnebre (1): Wspólny pokój (Habitación común / One Room Tenants, Wojciech J. Has, 1960)

Habitación fúnebre (1): Wspólny pokój (Habitación común / One Room Tenants, Wojciech J. Has, 1960)

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Para Antón y Federico, mis «detectives privados» particulares.

 

UN CINEASTA OLVIDADO

Es un lugar común, pero en nuestro tiempo parece ser cierto: malos tiempos para la lírica. Solamente así cabe explicar el abrumador olvido que sufre hoy en día el mejor director polaco de cine de todos los tiempos, Wojciech Jerzy Has, que tan sólo parece existir para el aficionado, y más concretamente del cine fantástico, por sus legendarias REKOPIS ZNALIEZONY W SARAGOSSIE (El manuscrito encontrado en Zaragoza, 1965) y SANATORIUM POD KLEPSYDRA (El sanatorio de la clepsidra, 1973), la más original e impresionante película sobre el Holocausto jamás rodada… ¡y eso, sin mencionarlo siquiera! Pues resulta que, si hace años aún era posible localizar ediciones en DVD de bastantes otras películas de Has, sobre todo en Francia, ¡e incluso en España se editó NIEZWYKLA PODRÓZ BALTAZARA KOBERA (El extraño viaje de Baltasar Kober, 1988)!, hoy en día es casi imposible encontrar ningún título más que los dos más célebres: todos los demás están descatalogados y, si acaso, son accesibles por tortuosos medios en copias a veces muy deficientes obtenidas de retransmisiones de la televisión polaca. En resumidas cuentas: Has, como otros muchos grandes antes que él, ha caído en el limbo del olvido.

La causa tal vez se deba a que el gran director de Polonia, a diferencia de sus compatriotas más célebres Roman Polanski y Jerzy Skolimowski, nunca contemporizó con la taquilla, ni tampoco, al contrario que Andrzej Wajda, se planteó hacer películas para la intelligentsia o los festivales (aunque tampoco renunciara a ninguna de las dos cuestiones), sino que, ajeno a modas, persistió en la inmersión en su mundo, en su caso sí, absolutamente personal e intransferible. Quizá por eso, y porque nunca llegó a emigrar ni a Hollywood ni a Europa Occidental, pasó los doce últimos años de su vida, desde 1988, sin dirigir: su cine exquisito y exigente, carente de concesiones comerciales, fue seguramente una de las inopinadas víctimas de la Perestroika y la caída del Muro…; o no, pues las autoridades socialistas de allende el Telón de acero lo obligaron a un parón forzoso de diez años por haber presentado SANATORIUM POD KLEPSYDRA en el Festival de Cannes (¡toda una década castigado!), y su último film, lamentablemente prematuro, NIEZWYKLA PODRÓZ BALTAZARA KOBERA, fue una coproducción francesa. Todo lo anterior resulta tanto más sangrante cuanto que el hipnótico Has no tiene ningún largometraje malo (sólo uno mediano entre un total de catorce), y su estilo es muy superior al de Skolimowski, Andrzej Munk, Krzysztof Kieslowski, incluso Jerzy Kawalerowick o el popularísimo Polanski…, no digamos ya al de Wajda o al de esa medianía increíblemente prestigiosa que fue Aleksandr Ford.

De hecho, que el polaco era un hombre que respiraba cine se nota en cada plano, en cada encuadre, en cada angulación, en cada movimiento de cámara de sus películas; y por más que algunas puedan tener altibajos (ejemplarmente, REKOPIS ZNALIEZONY W SARAGOSSIE) rebosan de imágenes poderosas y de elecciones formales verdaderamente originales e inesperadas que sabían extraer todo el potencial de las situaciones, ¡y cómo! Es el caso, por ejemplo, del intento de suicidio del protagonista de LALKA (La muñeca, 1968), que Has da con dos planos soberbios que noquean todo lo que antes se había hecho partiendo de esta situación: un pronunciado contrapicado sobre el hombre que resalta las vías y los árboles desnudos tras él, seguido por un plano inclinado que muestra al tren avanzando a lo lejos, esta vez en picado, plano dominado todavía más que el anterior por las fatídicas vías.

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