Tres estudiantes de Praga: Der Student von Prag (Arthur Robison, 1935)

Tres estudiantes de Praga: Der Student von Prag (Arthur Robison, 1935)

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Para Simón

 

El mito del estudiante de Praga, DER STUDENT VON PRAG, creado ex profeso para la pantalla por el guionista y escritor Hanns Heinz Ewers, fue recurrente en el cine alemán de principios del siglo XX. Nada menos que tres versiones, una por década y de idéntico título, lo atestiguan: la de 1913, dirigida por Paul Wegener y Stellan Rye e interpretada por el primero; la de 1926, realizada por Henrik Galeen y protagonizada por Conrad Veidt; y, ya sonora, la de 1935, dirigida por Arthur Robison, con Anton Walbrook (entonces, todavía Adolf Wohlbrück) en el papel estelar de Balduin. Como curiosidad, al parecer la única que se estrenó en España fue la última, bajo el título de El misterioso doctor Carpis.

Pues bien, la recepción de las tres parece estar inextricablemente ligada, como cabía esperar, al expresionismo alemán (movimiento al que, en puridad, sólo pertenecería la segunda), de modo que su prestigio, según enciclopedias y libros de cine, resulta ser decreciente. Sin embargo, es este un caso sangrante de pereza crítica y sometimiento al lugar común; de hecho, nuestra valoración es exactamente la inversa: más allá del efecto coyuntural de su innegable impacto, la versión original nos parece mediocre; la de 1926 es, en cambio, mucho más consistente, con algún fragmento estupendo; y la reconsideración final de Robison, decididamente excepcional. Un trayecto desde la medianía a la excelencia que se podría condensar en las interpretaciones de sus respectivos protagonistas: la burda gesticulación de Wegener es un lastre para la primera película, alcanzando cotas de ridículo difícilmente igualables, como en la escena de su agonía, donde se retuerce como un tocino en la matacía;

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la prestación de Veidt, mucho más profesional, adolece empero de esa típica tendencia del actor alemán a la composición desmesurada, incluido el exceso de muecas, haciendo de su Balduin, más que una persona, un nuevo monstruo expresionista;

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finalmente, aparte de que Walbrook sea más convincente para el papel que sus predecesores, por más juvenil y apuesto, ofrece este una interpretación rebosante de aplomo y llena de matices, verdaderamente fuera de serie.

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