La lepra del corazón: India Song (Marguerite Duras, 1975)

La lepra del corazón: India Song (Marguerite Duras, 1975)

 

Para Pedro, Rocío, Kevin, Mónica, Anita y Anna, Michèle, Ars Kinova, Pepa, Danny, William, Isabell, Andrès, Bianka, Catalina, Daniel, Fabián, Javier, Jeanne, Marco, Nieves, Rafael y Ujjal.

 

Cuando Marguerite Duras decidió tomar la cámara, era ya una reputada escritora con más de veinte años de experiencia a sus espaldas. Con gran honestidad, nunca intentó ocultar dicho origen literario, al proponer una personal trasposición al cine de la narrativa literaria y adaptar, en concreto, bastantes de sus obras. Sin embargo, la gran sorpresa proporcionada por lo mejor de la Duras directora es que, lejos de ofrecer un cine estrechamente literario, se planteó su nuevo medio de expresión con sensibilidad e inteligencia, de modo que, pese a la inusitada relevancia de la voz en off en muchas de sus películas, la imagen, lo mismo visual que sonora, suele ser lo fundamental, lo que da cuerpo y sentido a las obras, de la misma manera que las tomas no se pliegan ni de lejos al texto de base, sino que se desarrollan en fértil inventiva, dando prioridad a las luces, al montaje, a los movimientos de cámara, al paisaje, a los decorados, a las evoluciones de los actores, a sus expresiones, etc., etc. Con todo, aún resulta más asombroso que Duras afrontara su nueva profesión con una especificidad rara incluso entre aquellos realizadores que acceden a la dirección expeditamente; pues la gran dama del cine francés y mundial se planteó con fruición la esencia de los recursos que le ofrecía el cinematógrafo, hurgando en sus posibilidades expresivas, si bien con esa austeridad tan característica suya. En suma, la obra de la literata reconvertida a cineasta es una de las más personales y originales que ha dado el séptimo arte. Y también de las más puras. Ahí están para atestiguarlo sus estupendos largometrajes LA MUSICA (1966), JAUNE LE SOLEIL (1971), NATHALIE GRANGER (1972), que es uno de los mejores, y DES JOURNÉES ENTIÈRES DANS LES ARBRES (1976), así como los cortos y mediometrajes sin actores CÉSARÉE (1978), AURÉLIA STEINER (MELBOURNE) (1979) e IL DIALOGO DI ROMA (1986), concebidos como la reflexión sobre determinados recursos formales visuales que alcanzan su particular sublimación vía el tenaz uso de los mismos.

Aun con este brillante puñado de películas, la indudable culminación de la obra de Duras se alcanza con el que es también el gran punto de inflexión de su carrera: la trilogía sobre sus personajes de la embajada de Francia en la India, esto es, Anne-Marie Stretter, Michael Richardson y el vicecónsul en Lahore, desarrollada a partir de su novela de 1966 Le Vice-Consul, con la que propuso su Yoknapatawpha County particular…, que no es lugar físico, sino mental. Esta trilogía se inició con LA FEMME DU GANGE (1974), uno de los desafíos más arriesgados de una carrera audaz como pocas, donde una voz en off, lejos de subrayar las imágenes, ofrecía una historia a retazos que discurría paralela a ellas, rozándose de vez en cuando, encontrándose a veces, bifurcándose no pocas, pero siempre ofreciendo un intrigante contrapposto…;

 

…y prosiguió y culminó con el díptico formado por INDIA SONG (1975) y SON NOM DE VÉNISE DANS CALCUTTA DÉSERT (1975), dos películas que utilizan la misma banda sonora como contrapunto de diferentes flujos de imágenes, con la misma historia de base sobre la temeraria sentimental Anna Maria Guardi.

 

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