Café cantante de medio pelo: Tasogare sakaba (El café cantante del crepúsculo, Tomu Uchida, 1955)

Café cantante de medio pelo: Tasogare sakaba (El café cantante del crepúsculo, Tomu Uchida, 1955)

 

Para Alexandra, Anna, Bala, Concha, Davyd, Elda, Gastón Alejandro, Graciela, Gustavo, Jay, Jose, Keka, Lino, Luz, Malali, Marie-Pierre, Maurizio, Miro, Oscar, Patricia, Rafael, Roberto, Sang, Sebastián, Sergio y Sergio, Silvia, Tata, Tiziano, Verónica y Víctor Hugo.

 

UNA TRAYECTORIA TRUNCADA

Tomu Uchida es uno de esos magníficos directores japoneses apenas conocidos fuera de su país…, si bien hay que matizar ambas aserciones. Primer matiz: a pesar de la indudable calidad conjunta de su obra, Uchida no alcanza la genialidad de otros grandes compatriotas suyos prácticamente ignotos, tales como Hiroshi Shimizu, Teinosuke Kinugasa, Keigo Kimura, Kôji Shima o Kôzaburô Yoshimura. Segundo: Uchida no resulta ser tan desconocido en algunos países, especialmente Francia, donde se han distribuido en vídeo al menos diez de sus películas, lo que no está mal teniendo en cuenta que, de su obra, se han conservado, al parecer, algo más de treinta; de hecho, la que fue durante mucho tiempo su película más prestigiosa, TSUCHI (Tierra, 1939), se conserva hoy en día gracias a una copia ¡alemana!, por tanto, con subtítulos en dicha lengua.

La vida del aventurero Uchida presenta un vuelco rocambolesco que afecta a lo que debería haber sido la parte media de su carrera, precisamente después de TSUCHI, su gran éxito de prestige: durante la Segunda Guerra Mundial, partió a Manchuria con la idea de rodar ahí una serie de documentales; luego, decidió permanecer en China una vez acabada la contienda; pero, cuando quiso volver, ya no pudo, pues pasó de ser invitado a prisionero del gobierno comunista. Conclusión: entre 1941 y 1954, Uchida no pudo rodar ninguna película en absoluto. Nada. En fin, tras ser repatriado y curarse de una grave enfermedad contraída durante el cautiverio, el retornado pudo contar para reincorporarse en la industria con el apoyo nada menos que de Mizoguchi, Ozu, Shimizu e Itô, que lo arroparon solidariamente para el primer film de esta nueva etapa, CHIYARI FUJI (El monte Fuji y la lanza ensangrentada, 1955). Tal y como se desarrolló luego la carrera del cineasta, el breve período que va desde 1955 hasta 1958 supuso el momento álgido de toda su carrera (…y aún nos faltan por conocer tres títulos de este período): como si Uchida, tras tantos años de inactividad, hubiera retomado su profesión con ímpetu inusitado y hubiera puesto en práctica cantidad de ideas que probablemente había ido depurando durante los años de la prisión.

A pesar de que el cineasta comenzó con una filmografía muda ambientada casi, casi en el país de Nunca Jamás del cine, con títulos deudores de Lotte Reiniger, como KANIMANJI ENGI (El origen del templo de los cangrejos, 1925), cortometraje animado de siluetas; de Lubitsch, como ASE (Sudor, 1929); o del cine negro americano, como KEISATSUKAN (El policía, 1933); pese a ello, pronto fue considerado en su país, y aun  más tras su vuelta, muy de izquierdas, incluso comunista…, pues la verdad es que, aun antes de ese cautiverio durante el cual se dijo que le habían lavado el cerebro, su patrioterismo fue limitado, como muestra que TSUCHI fuera una película bastante comprometida, que no intentaba edulcorar la vida del campesinado japonés…; ello, sin olvidar las dificultades de los pescadores de la previa y magnífica SEIMEI NO KANMURI (La corona de la vida, 1936), la película que, todavía muda y a falta de conocer otras desaparecidas, supuso el asentamiento de su temática más característica y su estilo definitivo, cuyo rasgo más característico serán los planos prolongados con profundidad de campo donde se desarrollan acciones tanto en primer término como en último, y del que serán sus mejores muestras TASOGARE SAKABA (El café cantante del crepúsculo, 1955) y, ya en scope, DOTANBA (En el último momento, 1957).

 

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