El bushido del cineasta: Kongô-in no kettô (Daisuke Itô, 1943)

El bushido del cineasta: Kongô-in no kettô (Daisuke Itô, 1943)

kongo-in copia.jpg

 

Para Federico

 

En lo que al cine respecta, Japón es la isla del tesoro. Y de un tesoro inagotable, pues todavía custodia vastos territorios apenas explorados: son muchas las películas de Hiroshi Shimizu, Kôzaburô Yoshimura, Chûsei Sone, o incluso Kon Ichikawa y Keisuke Kinoshita, todavía sin exhumar; y son muchos los directores que esperan un resurgir demasiado tiempo postergado y que podrían deparar sorpresas, como, ciñéndonos a los que debutaron en el cine silente, Teinosuke Kinugasa, Kôji Shima, Tomotaka Tasaka, Keigo Kimura o Ren Yoshimura. Daisuke Itô es uno de ellos, tal vez, ¿quién sabe?, el más injustamente ignorado. Pues, por más que la veintena de películas suyas más o menos asequibles resulte bastante irregular, siempre hay en Itô algún destello creativo, si no varios o muchos, que muestran que tras la cámara hay un director de pura sangre que piensa en términos de imagen, y no un mero asalariado o un simple realizador televisivo; y, sobre todo, cinco de dichas películas son fuera de serie: KONGÔ-IN NO KETTÔ (Duelo en el palacio Kongô, 1943), SHUNKIN MONOGATARI (Historia de Shunkin, 1954), ITOHAN MONOGATARI (Historia de Itohan, 1957), HANGYAKU-JI (La traición, 1961), distribuida en inglés como The conspirator, y ÔSHÔ (El rey, 1962).

Quizá la más sorprendente de ellas sea KONGÔ-IN NO KETTÔ (también conocida como NITÔRYÛ KAIGEN o por su título inglés, Initiation of the Two-Sword Style), pues es tal su exuberancia estilística que es imposible saber a ciencia cierta con qué tipo de planificación se va a resolver cada pasaje: es como, si en las antípodas de estos directores actuales cuya planificación es más predecible que la hora de la puesta de sol, un entusiasta Itô nos contagiara el placer de descubrir el cine en cada plano y en cada elección formal; como si nos confesara con su prodigiosa imaginación que las posibilidades del cine son infinitas… y que, por desgracia, hay que conformarse con unas cuantas. No creo que, aunque algo pudiera tener que ver en su estilo tan variegado, ello se deba simplemente a la participación como codirector de Katsuhiko Tasaka (el hermano menor del gran Tomotaka), pues Itô ya era en 1943, frente al novel Tasaka, un director establecido, y algunas de sus películas anteriores ya hacían gala de una planificación sorpresiva, de la misma forma que otras posteriores, pese a su mayor control formal, reservan igualmente momentos de planificación exacerbada. Además, si bien es cierto que Katsuhiko Tasaka se dedicó con mayor preferencia al chanbara (género de samuráis), resulta que, por un lado, la otra película suya que conocemos, HANA NO WATARIDORI (El ave pasajera de la flor, 1954), es muy parca en imaginación visual y no sobrepasa la mera corrección, y por otro, no faltan en KONGÔ-IN NO KETTÔ rasgos autorales de Itô, como pueda ser el entorno feraz que presencia un encuentro amoroso, como en ITOHAN MONOGATARI, e incluso imágenes concretas, como la de esas ramas de sauces que acarician el cauce de un río, también presentes en el film de 1957…,

 

así como la sugerencia visual de que las lágrimas van a parar al cauce, que el director recuperaría no sin ironía en MEIJI ICHIDAI ONNA (Una mujer de la era Meiji, 1955).

Sigue leyendo