Nathan Juran, Westerner: Law and Order (Nathan Juran, 1953)

Nathan Juran, Westerner: Law and Order (Nathan Juran, 1953)

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Para Pedro

 

Nathan Juran, austro-húngaro nacido en la actual Rumanía, es otro de esos directores que necesitan una urgente reivindicación; cuando menos en España, donde tan sólo parece existir por la magnífica THE 7TH VOYAGE OF SINBAD (Simbad y la pricesa, 1958), ciertamente una de sus mejores películas…, en la que la crítica ha tendido a minimizar su labor, so la excusa de sus extraordinarios colaboradores (con Ray Harryhausen y Bernard Herrmann a la cabeza), como si Juran simplemente hubiera pasado por ahí limitándose a orquestar al equipo técnico. Se ignora así que el cineasta de Gura Humora es el responsable de una esplendorosa obra anterior, muy personal, en la que THE 7TH VOYAGE OF SINBAD se integra perfectamente, así como el mejor director de acción, junto a Phil Karlson, de su época… y puede que de todo el cine.

Su injusto olvido resulta, además, tanto más pasmoso cuanto que hoy en día tendría a su favor la mítica de la serie B, que tanto ha revalorizado, por ejemplo, al adorado Edgar G. Ulmer, buen director pero inferior a él. Tal vez contra Juran opere que, aunque casi todas sus películas pertenecen a la producción barata, algunas casi rozaron la serie A, como demuestra que llegara a tener en el reparto a Joan Bennett y Richard Conte en un mismo film (el estupendo HIGHWAY DRAGNET [1954]) y a Fred McMurray en otro (GOOD DAY FOR A HANGING [1959], verdaderamente magnífico). Como mucho, este hombre curtido como director de arte, primero en la Fox y luego en Universal, es recordado por sus películas de corte fantástico y serie requeteB, si no Z…; pues ya se sabe que el género de ciencia ficción en su variante friki es muy proclive a generar cult movies.

Y ello no estaría mal si en esta parcela de su obra (en la que no cabe incluir THE 7TH VOYAGE OF SINBAD, porque, pese a su formulación fabulosa, es más un film de aventuras que uno fantástico en el sentido más puro) figuraran películas verdaderamente valiosas, y no meramente sólidas y competentes, como sucede casi siempre en su caso. De hecho, en la ciencia ficción hay que buscar su peor largometraje de los cincuenta, la inenarrable THE BRAIN FROM PLANET AROUS (1957), que, pese a ello, ofrece más de una magnífica secuencia; y de hecho, su mejor película en el género, la tan encantadora como también inenarrable ATTACK OF THE 50 FOOT WOMAN (1958), ofrece sus mayores puntos de interés en sus conexiones con el cine negro y en esa visión entomológica, distante y sarcástica, de los Estados Unidos reales, no la América de estudio, con los que de vez en cuando Juran trufaba sus ficciones (y tal vez aquí pesara lo suyo su condición de judío), ejemplarmente en HIGHWAY DRAGNET y en esta impetuosa 50 FOOT WOMAN, una de sus películas más significativas, tan imaginativa como de efectos especiales tan pedestres.

 

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La noria de la pasión: Wonder Wheel (Woody Allen [y Vittorio Storaro], 2017)

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Para Dorian y Alfonso

 

Se puede sostener sin demasiada controversia que Woody Allen llevaba unos veinte años, si no más, en decadencia, pues a partir de SWEET AND LOWDOWN (Acordes y desacuerdos, 1999) comenzaron a cundir los horrores por su filmografía en proporción nada escasa; y a pesar de que en 2004 la interesantísima MELINDA AND MELINDA marcó un punto de inflexión fundamental en su obra, que ostentaría a partir de entonces una mayor sordidez y una visión más pesimista de la existencia rayana en el nihilismo, las expectativas creadas por el sugerente viraje se vieron defraudadas por los títulos que siguieron. De hecho, por más que en los últimos y desangelados más de diez años de su andadura subsiguiente el cine de Allen haya oscilado entre tres vértices, su habitual comedia ligera, el cine de mentes criminales y, como síntesis, las comedias aceradas contaminadas por su cine negro, los resultados de cada grupo han sido sumamente dispares: mientras en el primero se localizan las peores películas de esta etapa (las lamentables SCOOP [2006], MAGIC IN THE MOONLIGHT [Magia a la luz de la luna, 2014] y CAFÉ SOCIETY [2016], para qué hablar de la horrible MIDNIGHT IN PARIS [2011]), en el último se concentra lo más interesante del último Allen (YOU WILL MEET A TALL, DARK STRANGER [Conocerás al hombre de tus sueños, 2010] y BLUE JASMINE [2013]); en cuanto a su cine negro, su interés ha ido cayendo como por una pendiente, desde su estupenda predecesora CRIMES AND MISDEMEANORS (Delitos y faltas, 1989) hasta la mediocre IRRATIONAL MAN (2015), pasando por la sólida MATCH POINT (2005) y la irregular CASSANDRA’S DREAM (El sueño de Casandra, 2007).

Y hete aquí que, cuando muchos ya poco o nada esperábamos del otrora cómico, cuando las glorias (relativas) de MANHATTAN (1979) y ZELIG (1983) parecían hundirse en la noche de los tiempos, el neoyorquino nos ha asestado un K.O. con su de momento última película, WONDER WHEEL (2017), que no sólo es su mejor título en años, sino el mejor, sin más: lo más cercano a una obra maestra (si es que no lo es) que nunca haya rodado el, por lo general, sobrevalorado director. Sorprendentemente, muchos han visto en esta película la enésima variación de su típica dramaturgia, pues hoy en día se ha puesto de moda decir que Allen, más que cualquier otro autor, siempre hace la misma película, lo cual no es ni remotamente cierto, por mucho que sí trate obsesivamente, una vez tras otra, los mismos temas. ¡Pero es que incluso no pocos la han juzgado como una obra menor! Anonadante…

Respecto al marchamo alleniano de WONDER WHEEL, es cierto que es sólo una relativa ruptura en la obra del cineasta, pues se relaciona nítidamente con el que es su mejor conjunto de títulos de los últimos tiempos, el de las comedias negras o, en menor medida, su cine de mentes criminales; es decir, con esas obras que sacan a la luz la monstruosidad agazapada en el ser humano, que emerge bien mediante crímenes premeditados con total alevosía, bien mediante las ¿pequeñas?, casi cotidianas, elecciones que a todos se nos podrían presentar algún día. Con todo, WONDER WHEEL ofrece la novedad de que ni puede considerarse un thriller al estilo de CRIMES AND MISDEMEANORS o MATCH POINT, por más peculiares que fueran, ni tampoco es una comedia ácida como YOU WILL MEET A TALL, DARK STRANGER. Ni una cosa, ni otra, sino un drama, casi un melodrama; pues de este género, aunque no comparta su desbordante emotividad, usa sus convenciones y motivaciones, pasadas, además, por el filtro de Tennessee Williams, lo que no deja de suponer un soplo de aire fresco en un cine tan maniatado a sus propias convenciones como es el de Allen. Drama sin más o melodrama disimulado, poco importa, pues WONDER WHEEL es la culminación indiscutible de la parcela “seria” alleniana, que consigue aquí alcanzar una intensidad estratosférica, superior incluso a la de BLUE JASMINE, que hasta la fecha presentaba su conclusión más potente al respecto y con la que comparte un final donde la cámara escruta imperturbable e inclemente a sus antiheroínas despojadas de su máscara social. Es incluso, como iremos constatando, la cumbre de toda su obra.

a0jasmine    a0ginny

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